El diario de Carmen

miércoles, 8 de junio de 2011



Por Ana Durán

Tal vez, cualquier vida vista de afuera sea un rompecabezas imposible de armar: retazos y fragmentos que no concuerdan, sin relación causa-efecto, ni real-irreal. Un poco de esquizofrenia cariñosa, de esa que confunde apenas los tiempos y el espacio, el sujeto emisor y el que escucha, la persona y el fantasma. Carmen necesita (y nos necesita para eso, porque somos su público) contarnos que su vida no se puede contar, o más bien que es un intento narrativo que se arma mitad en un cuaderno, mitad para nosotros, pero nunca para ella, porque los fragmentos no van a encajar.
¿Cómo esto toma cuerpo teatral? Desde la explicitación del fragmento hacia el intento de reconstrucción de un todo. Es decir, el espectador no es el testigo de cómo un discurso escénico (y con él sus personajes) se van deshilachando, sino de cómo las hilachas intentan volver a ser un tejido. En El diario de Carmen, nada es del todo lo que parece: ni los objetos ni las cosas. Inclusive se podría hasta dudar de la existencia real de uno de sus personajes (sus movimientos mecánicos, su vaivén entre el sujeto emocionalmente desarmado y el que quiere ser el sostén de la situación).
Alguna vez alguien me dijo: "Estoy cansado de que los actores produzcan actuación, ahora quiero que los actores actúen". Eso es lo que hacen de sobra Gaby Ferrero y Mauricio Minetti, en ese pequeño espacio absolutamente artificial. Ponen sus cuerpos y sus emociones para ser lo más humano que se pueda armar en un lugar inequívocamente evocado e incompleto. Y es ahí donde ocurre lo maravillosamente teatral, en los actores y su peligro, su vulnerabilidad, su necesidad de ser.

El diario de Carmen

Ficha técnica:
Texto y dirección: Luis Cano
Actuación: Gaby Ferrero y Mauricio Minetti
http://www.alternativateatral.com/obra20154-el-diario-de-carmen

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