Hamlet X Hamlet

jueves, 8 de diciembre de 2011


Por Mónica Berman


Hamlet en formato unipersonal. Algo así debería decirse para dar cuenta de la obra de Marcelo Savignone. Sin embargo, esto que parece responder a una descripción, tal vez, vinculada con un género no sirve para entender lo que sucede en Belisario.

En primer lugar digamos que hay un actor, un actor que entrena y que evidentemente vive de hacer papeles pequeños, un Papa Noel por acá, un conejo por allá. Pero que sueña con Hamlet, la obra. Este dato no es menor por múltiples cuestiones. Este actor no sólo desea hacer Hamlet (personaje) sino que, evidentemente, siente pasión por cada uno de los personajes de Hamlet (obra).

El espacio central es un pequeño habitáculo, biblioteca de pequeñas dimensiones, colchón, en el piso, múltiples objetos capaces de grabar sonido e imagen. Pero a un costado, hay otro espacio, más pequeño, ligado con el universo del espectáculo, cortinado rojo, micrófono de pie. La conjugación es bastante particular: un espacio cotidiano y uno de representación. Esta exhibición del espacio tendrá correlato en el armado de la puesta, dos universos que están uno a un paso del otro. Eso es lo que sucederá. El actor ensaya, su actividad es esa. Pero en el acto de ensayar, solo, sin testigos, deviene personaje para sí y para los espectadores, como voyeurs de un acto íntimo. La ficción que reflexiona sobre la ficción, prueba y error, la vuelta a hacer, a decir, lo que no sale.

Pero hay más, mucho más, un recorrido que parece inagotable en relación con los recursos y los procedimientos, si uno se sorprende con algún planteo vendrá otro para redoblar la apuesta. H x H parece estar sostenida fuertemente por dos elementos, un cruce entre la inteligencia y la imaginación para armar ese deslizamiento que lleva del actor al personaje, y una actuación magistral.


Ficha técnica

Concepción: Marcelo Savignone
Intérpretes: Marcelo Savignone
Vestuario: Lucila Fiorenza
Escenografía: Lina Boselli
Iluminación: Nacho Riveros
Audiovisuales: Belén Robaina
Operación técnica: Luciano Cohen, Federico Costa, Pedro Risi
Diseño gráfico: Edgardo Carosia
Entrenamiento corporal: Juan Martín Fernández Ozán
Entrenamiento vocal: Claudio Garófalo, Josefina Lamarre
Asesoramiento literario: Juan Manuel Bernal, Eva Rodríguez
Asesoramiento musical: Nicolás Savignone
Asistencia general: Maria Florencia Alvarez, Juan Manuel Bernal, Luciano Cohen, Federico Costa, Deby Low, Pedro Risi
Prensa: Tehagolaprensa
Producción ejecutiva: Maria Florencia Alvarez, Silvia Barona
Dirección: Marcelo Savignone

Web: http://www.marcelosavignone.com
Este espectáculo forma parte del evento: Fiesta CABA 2011

http://www.alternativateatral.com/obra20625-hxh-hamlet-por-hamlet

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Brick

viernes, 18 de noviembre de 2011


Por Natalia Laube


Tres obreros con distintos cargos llegan a una obra en construcción, y se disponen a hacer cada uno lo que sabe. Jaime, Toni y Javier, los tres personajes de esta historia, son enviados a un lugar alejado de casi todo con la misión de construir algo grande. Quien los mandó es Gerardo Losaso, un superior que es responsable de haber cruzado sus destinos pero que nunca aparece, finalmente, para hacerse cargo de lo que suceda allí entre ellos.

La primera obra de Camila Fabbri, dramaturga y directora en ciernes, transcurre –casualmente– en una obra en construcción en la que estos tres hombres deben convivir, dadas las circunstancias, por un tiempo largo. La cuestión comienza a ponerse interesante cuando, pasados algunos días y cimentada la confianza interpersonal, no sólo hagan coexistir sus cuerpos, sino sus diferentes maneras de ser varones: sus comportamientos, sus formas de abordar su masculinidad, chocan en primera instancia para comenzar a fundirse más tarde. Incluso a gustarse. Está claro que ninguno eligió del todo al otro, pero en ese conjunto de actitudes personalísimas, angustiadas, amorosas, desbordadas –siempre humanas–, algo comienza a tener sentido, mientras la virilidad que pide asado, fútbol y chicas de tetas grandes comienza a derrumbarse un poco.

Llama la atención que la creadora de este trabajo (jovencísimos 22) se haya metido con dos universos que, prejuicio mediante, podrían suponérsele –si no alejados– apenas frecuentados: lo laboral, por un lado; lo masculino por el otro. Y aunque Fabbri escriba en el programa de mano que “No todas las obras en construcción son edificios”, podría decirse, siguiendo el juego de las metáforas edilicias, que su trabajo sí termina convirtiéndose en uno: un edificio simple, sin estridencias, pero placenteramente habitable. Con aciertos y desaciertos (la dirección de actores en el sector de los debe; un sensible manejo del espacio y la iluminación en el terreno del haber), Brick prepara el terreno de una carrera teatral que se percibe sólida y duradera. Tiempo para los acabados interiores, sobra.


Sábado, 23 horas. Granate Espacio Teatral. Álvarez Thomas 1539.

Ficha

Dramaturgia y dirección: Camila Fabbri

Asistencia de dirección: Ramiro Bailiarini

Actúan: Bruno Campos, Julian Infantino, Mario Sala

Escenografía: Julieta Potenze

Iluminación: Leonardo D’aiuto

http://www.alternativateatral.com/obra21453-brick

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CMMN SNS PRJCT

miércoles, 9 de noviembre de 2011


por Mónica Berman

La propuesta, innombrable para nosotros por ausencia de vocales (aunque en algún momento las recuperarán) empieza por un juego bastante particular: la cesión de una serie de objetos exhibidos ante el público. De a poco, el muestrario de objetos desaparece de la escena para pasar a manos de los espectadores. Este acto tendrá inmediatamente un pedido de contraprestación pero como ellos, Laura Kalauz y Martín Schick, son amables, gentiles y sus pedidos no son invasivos, se produce el intercambio de manera “bastante natural”.

Primer dato sumamente interesante, el espectador acepta ahora porque aceptó antes. Luego veremos que esto es un paradigma de funcionamiento de todo el (complete el lector, no es fácil nominarlo), una lógica de intercambio de bienes y servicios, incluidos los culturales.

En sentido estricto la propuesta no es del orden de la ficción pero necesita de un espacio habitualmente habitado por la ficción para ponerse en tensión con él, por múltiples razones.

El modo en el que la ficción ingresa asemeja la naturaleza del discurso referido porque ellos “actúan”, representan de manera sistemática e, incluso, reiterada si no logran su “objetivo”.

Además de referencias ficcionales aparecen técnicas de la danza, es decir, dialogan en términos formales con las artes escénicas. ¿Por qué formales? Porque si la referencia es a una película no hay “cine”, hay actuación “teatral” que la remite. Ésta es la clave del recurso porque la focalización no está puesta en denunciar o criticar la sociedad económica en la que vivimos sino en poner en juego sus mecanismos de acción. Incluso entra directamente el dinero en escena.

Decíamos que se producía la necesidad de un espacio como un teatro, fundamentalmente por el modo en el que funciona la convención y por el lugar político-económico-institucional que conlleva. Es desde esta perspectiva que los performers tienen cubierto su “sueldo” como trabajadores y las cuentas que harán (incluido el dinero que le corresponde al teatro) incluyen los gastos habituales de una puesta, escenografía, flete para su traslado, prensa, etc. Entonces la reflexión sobre nuestro accionar en el mercado incluye lo cultural. El remate de la propia obra para ser representada por quien la compre, de manera no exclusiva, es absolutamente monumental. Como el hecho de vender la grabación de lo que pusieron en escena con el agregado de que es una grabación incompleta puesto que las acciones continúan.

La propuesta apela a la inteligencia del espectador de manera directa y es un cross a la mandíbula con respecto a nuestras propias acciones cotidianas que no percibimos porque están profundamente naturalizadas. Como diría Roland Barthes, cuando algo es percibido como “natural” es porque la cultura está operando con toda su fuerza. Estos dos jóvenes talentosísimos lo que hacen es poner en evidencia lo “natural” en términos de economía y unas cuantas cosas más.


Autoría: Laura Kalauz, Martin Schick
Performers: Laura Kalauz, Martin Schick
Escenografía: Cristina Nyffeler
Prensa: Debora Lachter
Dirección: Laura Kalauz, Martin Schick


http://www.alternativateatral.com/obra21569-cmmn-sns-prjct


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Niñas mal

viernes, 28 de octubre de 2011


Por Mónica Berman

Imagine la sensación de ingresar en el Complejo Histórico de Santa Felicitas. Que le ofrezcan mientras se hace la hora de la propuesta teatral, pasear brevemente por los túneles, observar la lavandería, ver los restos de una antiquísima Buenos Aires.

Luego subirá hasta el lugar donde se desarrolla la obra y esperará disfrutando de escalera y vitraux, maravillosos.

Más tarde, en el momento de ingresar, recorrerá el espacio escénico hasta ubicarse en su lugar y en ese recorrido ingresará en otro tiempo y se preparará para ser parte de una bellísima historia.

La escenografía “armada” está constituida por sillas, en todas posiciones y de todas clases. Objeto que dice de quien se sienta en él, muchas cosas.

Dos mujeres, vestidas de época se encontrarán. Vienen al parecer de distintos lados, pronto comprenderemos: una anda buscando los nuevos caminos que le propone la muerte, la otra, sin saberlo ha dejado la tierra de los vivos.

Ellas son Felicitas Guerrero y Camila O’Gorman, en un encuentro imaginario.

Sus creadores, Natalia Miranda, dramaturga y Leonardo Edul, director, tienen entre manos es una especie de bomba de tiempo, un material sumamente riesgoso y, la verdad, es que asumen el desafío de manera fabulosa.

Construidas desde el lugar de los opuestos, estas dos mujeres van armando el rompecabezas de sus propias historias, jugando poesía y suspenso. Una serie de ingredientes hacen de este trabajo una verdadera joyita, desde la música que surge del piano invisible ejecutado en el país de la muerte, las historias de amor, el bellísimo vestuario (la herida de bala), la acertadísima iluminación, el espacio expandido y ocupado, las valijas con secretos.

Un trabajo sin desperdicios, de esos que quedan grabados definitivamente en la memoria, singular y colectiva.


Compañía Bimbo de Ciruelos.

ELENCO:

Natalia Miranda

Guillermina Schauman



FICHA TÉCNICA:

Espacio: Ángeles Miranda – Sofía Goldaraz

Vestuario: Magda Banach

Iluminación: Matías Sendon

Movimiento: María Clara Maidana

Música original: Leonardo Edul

Clínica de obra: Ricardo Monti

Fotografía y gráfica: Lucía Miranda

Producción ejecutiva: Ximena Hoffman – Larisa Rivarola

Asistencia de vestuario: Manuela Guerrero

Asistencia de dirección: Sofía Ansaldo

Dirección: Leonardo Edul


Sábados, 20 hs. Complejo Histórico Santa Felicitas. Pinzón 1480. Barracas. 40 pesos.

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VIEJO, SOLO Y PUTO


Por Malala González


Mapa de situación: Una farmacia en Wilde, provincia de Buenos Aires, una noche de turno y/o de festejo de recibimiento. Un murmullo que se despliega y se escabulle entre las cajitas de medicamentos. Un colchón verbal flotante se instala. La escena promete. Y cumple. Veamos.

Las estanterías del negocio marcan un recorrido laberíntico prometedor de cura y alivio. El conflicto, entonces, parece ubicarse en ese “estar”, en esa lucha vital que nos hace ser uno y ser otro (o simplemente aparentar). Una atmósfera que oscila entre lo masculino, lo femenino, lo travestido, lo sexual, lo hormonal, lo punzante. Pero ¡ojo! este ambiente no nos hiere, sino que nos atraviesa y perturba de manera tan interesante que la anécdota de aquellos reunidos −preparando la ida a “Mágico”, el boliche de la zona− resulta una excusa para contar mucho más desde lo teatral.

Un primer detalle: El foco directorial de Sergio Boris sobre la actuación de los cinco actores. Ellos, Patricio Aramburu, Marcelo Ferrari, Darío Guersenzvaig, Federico Liss y David Rubinstein, arriesgan con solidez la corporalidad de los roles adquiridos y son capaces de recrearnos los mundos personales de los que provienen, respectivamente. Y si bien todos se lucen, destaco la labor de Aramburu en el rol de Sandra.

Un segundo detalle: La cuestión de género inmersa en un ambiente bien cotidiano. La composición de las dos travestis nos advierte que la búsqueda no ha sido la parodia, sino tan sólo generar un plano de situación verosímil. Es decir, abordan un lugar sensible en el que es posible observar al deseo del cambio corporal como un estado de padecimiento. Esto desata una densidad dramática que se mezcla con la comicidad aportada por los diálogos, la previa a salir al boliche, la pizza y las cervezas, las ganas de no terminar solo y de tener un ratito de amor. Una buena mezcla en la que de pronto, todo está desordenado y difuso, no sólo las estanterías, sino que la noche parece avanzar con niebla. Porque el deseo y la insatisfacción habrán sido los encargados de direccionar la acción… y de desbordarla.

Entonces, ¿padecimientos o la vida misma? Estados abatidos para los cuales ¿existen remedios? Quién lo sabe. Mientras tanto, que la cumbia siga sonando.

Ficha técnica:

Director: Sergio Boris. Actúan: Patricio Aramburu, Marcelo Ferrari, Darío Guersenzvaig, Federico Liss y David Rubinstein. Sábados 23 hs Espacio Callejón.

http://www.alternativateatral.com/obra18989-viejo-solo-y-puto

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Ulises no sabe contar

miércoles, 14 de septiembre de 2011


Por Natalia Laube

Primero hay que mencionar una obviedad: ningún hecho artístico abiertamente inspirado en la novela Ulises
de James Joyce debería jactarse de simple, si de verdad se siente deudor de este clásico. De Ulises no sabe contar, el nuevo trabajo de la Compañía Vilma Diamante (que nace de aquella lectura aunque nada de lo que finalmente acontece obedezca a la trama), podrán decirse muchas cosas, pero nunca que es una obra sencilla. En principio, porque no se trata de una ficción lineal: lo que se cuenta es la historia de un chico -Ulises- que no tiene idea de cómo narrar su propia historia y que por ese motivo termina contándola sin orden alguno y en una sucesión de escenas elegidas más arbitraria que lógicamente, si es que la lógica existe para estos casos. En este recorrido autobiográfico también hay lugar para la literatura: Ulises parece suscribir a la idea de que somos lo que leemos; y una sucesión de citas de libros y fotos de escritores se cuelan en el escenario para darle cuerpo a esa idea. Literatura y vida (ficción y ficción dentro de la ficción, en este caso) van tejiendo la historia, que bien podría ser un sueño del protagonista o los minutos previos a la muerte, en los que -dicen- el racconto de todos los sucesos vividos se vuelve posible.

Pero Ulises no es una obra llana, sobre todo, porque la compañía a cargo de la dramaturgia y la puesta no lo es: compuesta por artistas visuales, actores y músicos, Vilma Diamante ya demostró en Luisa se estrella contra su casa su interés por los detalles musicales y plásticos. Este desvelo por lo retórico se refuerza todavía más en Ulises, una puesta disfrutable, sobre todo, para los ojos (y acá merecen mención el enorme trabajo de la escenógrafa Mariana Tirantte y algunas sorpresas que Ariel Farace aporta desde la dirección).

El relato, en cambio, se diluye en escenas más encantadoras que constructivas y un cúmulo de preguntas filosóficas (“¿Cómo se cuenta la historia de alguien que está vivo? ¿Y la de alguien que está muerto? ¿Qué historia estamos contando hoy acá?”) que no terminan de encontrar un cauce. “Una cosa es lo que se piensa sobre las cosas y otra lo que las cosas son”, le dice Rita, la futura novia de Ulises, al protagonista a propósito de una lectura de Ludwig Wittgenstein que acaban de compartir. Parafraseando al filósofo austríaco, podría decirse que una cosa es aquello que desvela a un creador y otra muy distinta la posibilidad de teatralizar su desvelo. A Ulises le cuesta contar su historia, a Farace, por momentos, le cuesta contar la de Ulises.

Ficha técnica:

Dramaturgia: Compañía Vilma Diamante

Dirección: Ariel Farace

Elenco: Gabriela Ditisheim, Luciana Mastromauro, Andres Rasdolsky, Guido Ronconi, Ignacio Sánchez Mestre, Matías Vértiz, Juan Manuel Wolcoff

De jueves a domingos a las 21. Repone finalizado el FIBA.

Foto: Carlos Furman

http://www.alternativateatral.com/obra19469-ulises-no-sabe-contar

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COMO PEZ FRENTE AL ANZUELO

martes, 13 de septiembre de 2011



Por Malala González

Una experiencia estética tan disfrutable, de esas de las que uno no sabe por dónde empezar a comentar, simplemente, porque gustó y mucho. Una explosión de sensaciones y diversión que reivindican las ganas de seguir yendo al teatro. Una espléndida y radiante Dolores Ocampo que deleita con un recorrido musical en torno a sus peripecias amorosas. En una palabra, asistir a Como pez frente al anzuelo me ha resultado formidable.

Pero, para no quitarles el encanto de no saber de qué va la obra, ni anticipar algunos vericuetos que la hacen aún más recomendable, sólo atinaré a puntuar 5 rasgos sobre los cuales me propongo crearles la inquietud de ir a verla (en serio, ¡hágame caso!):

1) Mucho, de principio a fin, se disfruta, entretiene y ¡alegra los corazones! (De pronto, ahora me gustan los musicales ¡Gracias Dolores! Aunque, mejor dicho, no sea un musical típico, sino una especie de obra de “teatro-canción”).

2) El brillo de su voz y el encanto de su comicidad −dos elementos que Ocampo maneja con gran soltura− permiten mantenernos expectantes todo el tiempo; atendiendo a qué nueva anécdota referirá, o cuál será el ritmo del próximo tema.

3) Músicos tan talentosos que hacen que por momentos nos olvidemos que es una obra y que creamos estar frente a un símil “recital” (aunque, claro, siempre continúen los condimentos teatrescos). Ellos incumbidos en la trama de la protagonista, también son parte y logran mimetizarse con lo que proponen las escenas.

4) Matices, y nada de “esto ya lo ví” o “ahora sé qué va pasar”. La obra sorprende porque melodía tras melodía Ocampo nos regala un clima distinto, sobre los cuales, y argumentalmente, la cosa va fluyendo y solidificándose cada vez más.

5) Un muy buen plan para un domingo a la tarde, en el que la actuación, el canto, la música, la iluminación, el vestuario sirven a una dirección puesta sobre cada detalle o gesto. Todo está “a punto” para que cada elemento en escena toque su nota justa y logre hacernos reír, recurrentemente, hasta de lo trágico.

¿Les habré contagiado el entusiasmo? Ojalá que sí.

Ficha técnica: Texto y actuación: Dolores Ocampo. Intérpretes: Luis Campos, Hernán Crespo, Hernán Medina y Emilio Turco. Dirección: Julieta Petruchi. Domingos a las 18hs en el Kafka.

http://www.alternativateatral.com/obra21441-como-pez-frente-al-anzuelo

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La boticaria

domingo, 11 de septiembre de 2011


Por Malala González

La luz que da sala se apaga y una ficción se despliega en completa oscuridad. Somos interpelados a recrear con la imaginación un relato que resultará, sencillamente, delicioso. No vemos, sólo escuchamos el comienzo de una historia inspirada en el cuento del gran Chéjov. Y, a medida que avance, será el espacio fragmentado por lo lumínico, el que nos haga oscilar entre el ver y el no ver, entre lo narrado oralmente y lo escénicamente construido.

La trama se ubica en un pueblito donde son dos que tocan el timbre de la botica y una es la que atiende a largas horas de la noche calurosa. Ella, que los deja entrar, y ellos, que aceptan con una excusa engañosa, son los que resuelven un encuentro simple y lleno de pequeños grandes momentos que, al finalizar la función, nos dejan una linda sensación.

La puesta (muy bien puesta ¡valga la redundancia!) junto con la dramaturgia del texto corren por cuenta de Verónica Mc Loughlin. Mientras que Marianela Iglesia, Francisco Espinal y Mauricio Minetti dan ruedo a las precisas y simpáticas actuaciones que completan favorablemente aquello que la oscuridad nos había proporcionado. Sonoramente la trama descansa sobre un extrañamiento auditivo diseñado por Manuel Toyos que se vuelve muy buen constructor de sentido, sumado al interesante diseño lumínico realizado por Matías Iaccarino y Carolina Rolandi.

Una pieza entrañable y delicada que no se priva de momentos de risa, y donde la pluma del autor ruso aparece y se agradece con tamaña soltura. Porque, como no podía ser de otra manera a lo “chejoviano”, se habla del amor, pero junto a él tienen lugar la soledad, la frustración y la desdicha del mundo terrenal. Así, el programa de mano previamente lo indica: “No hay en el mundo nada bueno que en su origen no contuviera una infamia”. Una historia de amor, de aquel capaz de gestarse de improviso en dos almas que, pudiendo encontrarse eternamente, tan sólo lo hacen por el breve lapso de un ratito (el que dura la pieza). Algo chiquito, breve, pero no por ello de poca monta, sino bien intenso, tal como el haber asistido un domingo a la tarde a ver La Boticaria.

Ficha técnica:

Dramaturgia y dirección: Verónica Mc Loughlin.

Elenco: Marianela Iglesia, Francisco Espinal y Mauricio Minetti.

Domingo 18.30hs. Teatro Anfitrión.

http://www.alternativateatral.com/obra20543-la-boticaria

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Apátrida, doscientos años y unos meses

viernes, 2 de septiembre de 2011



Por Mónica Berman

“(…) el crítico que hiere al pintor en la mano, la mano con la que pinta, (…) ese instante grosero en el que la vida, productora natural de metáforas, construyó semejante escena simbólica para fundar las nociones de “artista” y de “crítico”.

Rafael Spregelburd.

Apátrida es una propuesta sumamente interesante por doble motivo: uno es temático, la reconstrucción de una polémica entre crítico y artista, casi podría decirse, en un momento ¿fundante? en la historia ( ¿ es prehistoria o inicia el acto de fundación?) del arte argentino.

En cuanto a esta cuestión temática el dramaturgo parte de una investigación de Viviana Usubiaga y propone un encuentro muy particular porque los personajes de Eugenio Auzón y de Eduardo Schiaffino son llevados adelante por el mismo actor, en un juego que articula polifonía y unicidad corporal, sin dejar de poner por delante todo el tiempo el mecanismo de construcción.

Pero además del tema, el espacio construido con objetos vinculados con lo sonoro suma en otra dirección. Zypce, como “músico” (no, no le cuadra el nombre aunque también), hará un trabajo central en esta instancia.

Como hay que elegir para no convertir un texto que habla de Apátrida en un extenso capítulo de libro (tan rico es el material para pensar y disfrutar) opto por pensar una cuestión en particular y es el lugar paradójico que establecen entre la visión de los objetos ligados con el sonido y la temática que plantean: una discusión sobre el arte argentino.

Paradoja porque la construcción referencial, que funciona como punto de partida, será una muestra de pintura. Tanto el despliegue sonoro del músico, que no solo opera con consolas sino con un muestrario de objetos que devienen instrumentos en sus manos como la actividad sonora del actor que enfatiza el cambio de personajes con diferencias vocales e incluso con el uso de un megáfono, sumada a la incorporación de otros personajes a través de la voz en off, justificada o no, que puede provenir de “ningún sitio” o de un teléfono celular, multiplican al infinito las posibilidades de juego con lo sonoro. Pero uno de los paradigmas, sin duda, tiene que ver con la audioguía, que como todos sabemos permite realizar guías personalizadas en museos, parques, centros históricos y salas de arte y proveen información histórica, técnica y visual del objeto que está siendo visto. Recordemos, además que suelen estar disponibles en diferentes idiomas.

Claro que en este caso, en principio, no tenemos un museo en sentido estricto y además estamos en 1891. Cómo nos presentan la secuencia de la audioguía: tanto el músico como el actor, abandonan sus lugares y se sientan con sendos grabadores. En primer lugar, hay que decir que la audioguía tiene sentido si estamos frente a algún objeto visible, porque la información auditiva complementa, enriquece, hace observar detalles que pasarían inadvertidos. Lo único visible para los espectadores son los dos protagonistas sentados frente a público manipulando sus grabadores.

¿Cómo funciona la supuesta audioguía? En primer lugar, vimos que no lo es, digamos que tenemos el dispositivo de la audioguía pero alterado el uso, en primer lugar, y desplazado el contenido “informativo” por otro.

Ya observamos que nadie se desplaza observando cuadros, aunque en el inicio se escuche la siguiente afirmación:

“Hola. Soy tu audioguía. Si quieres saber más sobre la Exposición de cuadros organizada por la Sociedad de Beneficencia de las Damas del Carmen, presiona uno. ¡Presiona ahora!

Es necesario decir que, en ocasiones, simultáneamente se escuchan varias audioguías. Si el dispositivo es individual, cada “visitante” maneja su propio audio tour, en función de su recorrido, si por el contrario, el audio es general, para un grupo, ha de entenderse, la voz es única o a lo sumo dos voces, con la idea es obtener coherencia y orden en el recorrido. La superposición sonora, ya se sabe, impide acceder a cualquier tipo de información (es necesario recordar que la acumulación de sonido produce ruido). Pero a la vez, si uno atiende, por ejemplo, el recorrido de una de las audioguías ( o hace trampa y las lee después) podrá observar son sencillamente un delirio, la información que aportan de ningún modo podrían ser parte de la información ¿cómo se entiende el comentario de un cuadro que no está? ¿o la indicación de la promesa de la pintora de llevar otro en su lugar? ¿o la indicación de que finalmente no cumplió con su promesa?

Luego aparecen cuestiones, al menos, raras… la posibilidad de escuchar críticas auspiciosas de la muestra, o de las otras.

La indicación del “presiona” y la selección del idioma nos lleva a reconocer la audioguía manejada por el visitante… pero observamos que cuando ofrece el cambio de idioma, a continuación vienen el mismo texto, traducido, diciendo lo mismo.

“Si quieres que tu audio guía te acompañe en catalán, presiona 6”

“Si vols que la teva (…) premi sis” (audioguía en catalán)

Observemos que efectivamente es una traducción y que necesariamente la acción de presionar “6” se llevó a cabo puesto que están hablando en catalán… es decir, puro juego.

Cuando el contenido se acerca a lo que uno esperaría de semejante implemento, es decir, la descripción de un cuadro encontramos que no hay indicación de cuál sería el objeto descripto: no hay que dejarse engañar, si bien un aparato acaba de insistir “presione 17” el aparato que describe la naturaleza muerta es otro, la voz por lo tanto es otra… un dedo señalando a ninguna parte.

También nos prometen activar una pausa. Y una voz, proveniente del aparato, dice “Pausa” ¿Desde cuándo al presionar pausa, la voz indica “pausa”? que haya sonido, justamente indica que no que no hay es una pausa…

Estos pequeños ejemplos sirven para dejar sentado que hay una remisión al dispositivo “audioguía” en función de una utilización lúdica. Aparece el recurso “tecnológico” para desmentirse, para mostrarse inútil.

Apátrida, doscientos años y unos días es una propuesta de múltiples entradas. De esas escasas puestas para diferentes espectadores que pueden encontrar, multiplicadas, cosas que fueron o que no fueron a buscar.

Dramaturgia: Rafael Spregelburd
Actuan: Rafael Spregelburd, Federico Zypce
Músicos: Federico Zypce
Voz en Off: Erik Altorfer, Félix Estaire de la Rosa, Pablo Osuna García, Ruth Palleja, Monica Raiola, Zaida Rico
Escenografía: Santiago Badillo
Iluminación: Santiago Badillo
Fotografía: Gabriel Guz, Ale Star
Asesoramiento histórico: Viviana Usubiaga
Asistente de producción: Magdalena Martinez
Asistencia de dirección: Gabriel Guz
Dirección: Rafael Spregelburd

Foto: Ale Star

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Te quiero poco, y todo lo demás

jueves, 1 de septiembre de 2011


Por Malala González

Que el amor “tiene cara de mujer” podría ser una verdad de Perogrullo ya dicha, o una simple oda al amor tildado de femenino. Sea como sea, esta frase alude a cierto imaginario social (de sentido común, no más) que refiere a cómo las mujeres solemos sentir, pensar o querer la cuestión amorosa −aún cuando los estudios de género se hayan encargado de aportar sus dicotomías y controversias al respecto−. Ahora bien, aquel imaginario suele caer recurrentemente en lugares básicos o clichés donde el binomio amor/desamor no resulta para nada novedoso. Excepto (y aquí viene lo interesante) que el planteo romántico sea cometido mediante una des-locación: el encontrar a la media naranja puede costar más que un (dis)gusto. Algo de todo esto me surge luego ver Te quiero poco, y todo lo demás, donde se hace alarde del amor, claro que sí, pero desde un lugar distinto. Me refiero a que, con muy buen tino, ésta no resulta ser una obra “de mujeres”, sino que, como primer dato, la dirección y adaptación es llevada adelante por un varón, el joven Juan Arena. Esto, a mi modo de ver, permite que más allá de las vicisitudes y peripecias amorosas (narradas por una dramaturga, Adriana Gómez Piperno) sea esa mirada masculina la que articule toda la obra y la corra del lugar común; aportando así rasgos de originalidad escénica. De esta manera, “Te quiero poco…” nos invita a una historia de diván (muy bien construido desde lo tridimensional y funcional para la escena, violeta bien violeta como el programa de mano) en la cual dos actrices (Cecilia Pertusi y Ximena Seijas) ponen el cuerpo a una catarata de situaciones entrelazadas por el desamor. Mientras que una pianista (Sonia Kovalivker), ubicada en el margen derecho de la escena, matiza oportuna y musicalmente todo instante.

Me gustaría destacar que es una obra muy divertida, donde las actuaciones se presentan bien detalladas, según cada momento y estado de ánimo. Esto permite que el público se ría entusiasmado con la dubitación de Juana, con sus alocadas interpretaciones y con lo que su psico viene aportar o indagar al respecto. De pronto el “poco” cuantitativo sólo es una excusa para contar “mucho” desde lo escénico. Ese querer “poco”, cual “barco hundido” que no tiene remonte, es el puntapié para que el relato avance en un interesante juego con el decir del propio lenguaje. Así es como “poco” a “poco” las metáforas van teniendo cada vez mayor lugar, y el universo del amor parece ser una gran caramelera donde varias golosinas habitan y aguardan el ser elegidas.

Finalmente, la cuestión será la búsqueda por encontrar cuál es la golosina preferida y entablar con ella una relación de gusto, seducción y aceptación. Un relato sobre el amor delicioso, cómico y disfrutable desde lo actoral, lo musical y lo directorial. Por todo ello, no puedo dejar de recomendarla.

Ficha técnica

Dramaturgia: Adriana Gómez Piperno. Adaptación y dirección: Juan Arena. Elenco: Cecilia Pertusi y Ximena Seijas. Música en vivo: Sonia Kovalivker.

http://www.alternativateatral.com/obra20179-te-quiero-poco-y-todo-lo-demas

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El peor de los públicos

martes, 23 de agosto de 2011



Por Malala González

¿Qué decir de nuevo cuando una obra ya va por su tercera temporada? Tal vez, para empezar, sería bueno comentar algo al respeto de ese acontecimiento: su permanencia. El peor de los públicos
, de Binetti y Lisfchitz, es una obra que ha reanudado sus funciones por tercer año consecutivo, y en esta última oportunidad ha cambiado de sala teatral (Espacio Polonia, los sábados a las 21hs). Es entendible, entonces, que durante todo este tiempo hayan sido varias las críticas que han reseñado y/o dado cuenta de la labor de Binetti (como director y co-autor de la pieza) y de Lifschitz (como actor y co-autor). Sin embargo, me interesa rescatar un aspecto sobre el que algunas de ellas se han percatado: la cuestión de ser un unipersonal bastante particular. Veamos el porqué: Para contrarrestar a la nomenclatura de géneros o estilos dramáticos, esta obra no es (del todo) un unipersonal en el que actúa un sólo personaje parlante sino que, y aquí va su particular dispositivo, junto a éste aparece otro personaje: un muerto a su lado. De esta manera, El peor... se estructura a partir de dos personajes: uno vivo y otro muerto. Uno que maquilla y prepara al fallecido para su velorio, y el otro que aguarda, bien quietito, ser preparado. Atilio es el que lleva adelante la acción, pero sin duda, es José Luis Albornoz quien debe estar para que Atilio adquiera existencia. Y viceversa.

El espacio de trabajo que vemos, siempre el mismo, se va nutriendo de sentidos. Porque, a medida que Atilio acciona sobre el cadáver de José Luis, tienen lugar las anécdotas, los recuerdos del exilio y de la guerra, del océano y el viaje, de la vida y la familia. Un trabajo que Atilio heredó. Una profesión solitaria, dura, aprehendida en esas manos que preparan para una función final. Mientras que la vida que trae consigo José Luis resulta bien diferente. Al haber sido un actor de cine aparecen imaginarios relativos a la actuación, a cierto ámbito más social y de mayor exposición que aquel que compete a Atilio. Entonces, no sólo es la vida y la muerte la que los diferencia, sino que desde el relato mismo el antagonismo de sus vidas también se contrapone. Una estructura díptica de opuestos, capaz de generar reflexión, y por qué no, capaz de volverse nostálgica o entrañable. Una dramaturgia construida en dupla en la que también tiene lugar el humor.

Así, el dispositivo creado para no cortar con la cuarta pared, brilla en su esplendor. Y esa genialidad se disfruta. Por eso no es un monólogo parecido a otros, sino que allí radica la originalidad del suceso, en poder crear un verosímil teatral capaz de hacernos ver a un solo personaje parlante y no por ello tener que pensar que está hablando “solo”.

Por último, tres detalles para apuntar: la actuación contundente de Lifschitz, la armónica y precisa dirección de Binetti que hila escénicamente cada instante y la creación formidable del querido José Luis realizada por Norberto Laino. Tres coordenadas que acordaron para dar lugar a una pieza que se recomienda y mucho.

Ficha técnica:

Dramaturgia: Andrés Binetti y Alejandro Lifschitz. Actúa: Alejandro Lifschitz. Dirección: Andrés Binetti.

http://www.alternativateatral.com/obra14505-el-peor-de-los-publicos


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Catán

sábado, 20 de agosto de 2011


Por Malala González

En tiempos donde la desterritorialización y la globalización son materia corriente, Catán de Javier Dubra retoma la idea de lo propio y del pertenecer a un lugar, en este caso González Catán. Esta localidad/barrio, le sirve a Dubra para nombrar y recrear un panorama que, en primer lugar, nos resulta identificable. Pero veamos: se trata de un barrio en el que lejos quedó el fiado del panadero o verdulero, o el saludo entre los vecinos. En este Catán todo parece trastocado y nada parece justo. Ningún sueño parece cumplido y cierta fractura social se viene a imponer. Los personajes son seis jóvenes adultos que viven o vivieron allí y que en nada se parecen a cuando eran chicos y jugaban juntos en la calle. Simplemente porque la vida pasó. Ellos son: un matrimonio con una hija, una amiga vecina, dos patrones hermanos de ojos claros y una hermana que vuelve (después de mucho tiempo) a la casa familiar.

Sin instalarse en un escepticismo irrevocable, es el humor el que nos corre de las circunstancias dadas para contar lo que pasa allí. De esta manera, sin apelar a solemnidades o recuerdos de infancia fortuitos, Catán brinda un panorama bien cotidiano y realistamente construido. Los diálogos y modos de hablar de cada personaje resultan bien verosímiles, al tiempo que se vuelven factibles de ser reconocidos por cualquier espectador. Pero, ¡ojo! No es a partir de la parodia que los retratan, sino que hay un convencimiento en ese modo de decir/hacer/moverse, mientras permiten traslucir el padecimiento que compete a cada uno. La historia tiene lugar siempre en el comedor de una vieja casa (donde el espacio teatral resulta bien apropiado, puesto que se realiza en Defensores de Bravard), y a partir de entradas y salidas, nos enteramos de sus vidas, de sus destinos adquiridos, de sus frustraciones y descontentos. Un intento de poner en cuestionamiento cierta infelicidad provocada por el agobio y la rutina. Infelicidad rescatada, de algún modo, por la amistad.

Para destacar, principalmente: los diálogos y las actuaciones, que se vuelven pilares sobre los cuales se asienta la risa y la cotidianidad desplegada. El registro actoral se instala allí, y cada uno juega su rol con tamaña soltura. Se vislumbra cómo los seis actores entienden el juego, y pudiendo improvisar sobre lo escrito, se ve cómo disfrutan de estar trabajando juntos. Si bien la anécdota termina siendo simple, no por ello resulta menor, porque consideramos que hacia lo pequeño, lo cotidiano, lo que puede pasar desapercibido, hacia allí Catán apunta. Sin duda, es una muy buena obra, donde la risa desmesurada (generada en el público, y que se agradece) puede superar el llanto de tanta miseria social. Hay que verla.

Elenco: Diego Benedetto, Luis Contreras, Laura Espinola, Cecilia Rainero, Paula Schiavon y Carla Segalini. Dirección: Javier Dubra.

http://www.alternativateatral.com/obra18482-catan

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Manipulaciones II: Tu cuna fue un conventillo

lunes, 27 de junio de 2011


Por Mónica Berman

Dos indicaciones verbales nos advierten que no vamos a enfrentarnos a la propuesta de Alberto Vacarezza de manera directa; podríamos decir, no esperamos una reconstrucción arqueológica. La primera advertencia, está en el subtítulo: Aproximaciones a la pieza…, la otra aparece incluyendo esta puesta en una serie mayor: se nos presenta como “Manipulaciones II” (que presupone una anterior, y ¿por qué no, otra que le siga?).

No bien se ingresa en la sala de No Avestruz, comprendemos que la escenografía ha sido eludida, aunque el espacio está léxicamente aludido. Si hay manipulación de los cuerpos, habrá también manipulación verbal: el conventillo está desplegado en las palabras, en el vestuario y en algún que otro gesto.

Una de las cuestiones más impactantes de la propuesta es cómo jugando con el texto dramático de Vacarezza (con un trabajo léxico que opta por no desvirtuarlo) lo hace devenir en otro género. Uno podría decir, si alguien todavía duda de las operaciones de transposición que implica el pasaje de un texto dramático a una puesta en escena, aquí tiene el ejemplo más cabal. Son dos universos distintos, y lo son en todo sentido, excepto, casi, en el de las palabras. Porque además inscribe sus Manipulaciones en el extremo opuesto en relación con lo ideológico, lo que era costumbre, lo que aparecía naturalizado, aquí aparece exhibido y subrayado. Y la clave es cómo lo hace, los personajes (los mismos personajes) dicen (casi) las mismas cosas pero no hay patio de conventillo, los cuerpos ocupan todo el espacio y son cuerpos sujetos - objetos de manera intercambiable (otro dato sumamente interesante es que en la escena todos manipulan y todos son manipulados).

El trabajo es tan exquisito que merece un análisis puntual de cada una de las decisiones que se toman en relación con la manipulación: cuando todos operan sobre un actor (cómo lo toman y cómo lo sueltan), cuando lo hacen solo dos, o uno solo. En ocasiones breves, un actor queda (provisoriamente, ¿en acto de inútil resistencia?) sin que nadie lo manipule; alguna vez, un acto de manipulación deviene abrazo de baile, otra, quien manipula se transforma en asiento… en fin. Cada paso aparece cuidadosamente trabajado, sabiendo que todo acto significa en el sistema de la escena.

Por otra parte, este mecanismo no impide que los actores se luzcan como tales, multiplicando su presencia en tanto personaje y en tanto manipulador.

Como además, no hay “salida” en sentido estricto del campo de visión del espectador, el artificio sigue subrayándose. Y con él, miles de preguntas, sobre el teatro, sobre la sociedad la pasada y la presente, sobre la discriminación bajo múltiples formas, sobre la consideración de la noción de clásico…


FICHA TÉCNICA


Autoría: Alberto Vaccarezza. Adaptación: Gastón Mazieres. Actúan: Patricio Alvarado, Marco Alvarez, Diana Cortajerena, Germán Fonzalida, Claudio García, Natalia Moschettoni, Federico Pérez Gelardi, Luciano Rosini, Claire Salabelle y Agustina Suárez.

Dirección: Diego Starosta

http://www.alternativateatral.com/obra18930-manipulaciones-i-i-tu-cuna-fue-un-conventillo

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Lisboa


Confieso que he viajado

Por Malala González

Un lugar, una guía turística, un mapa urbano poético, un puerto, gente de allí y gente de allá son algunos de los eslabones que presenta la partitura dramatúrgica y escénica creada por Mariela Asencio; la cual sorprende, deleita y sensibiliza. Individuos altamente definidos desde lo emocional que, inmersos en una geografía íntima y cálida, se apoyan sobre un colchón de canciones para mostrarnos la ruta de acceso a sus angustias y frustraciones.

Un lugar: Lisboa. Una canción: el fado. Un estado de ánimo: la nostalgia. Un objeto: la botella (con bebida alcohólica). Una circunstancia: el ser extranjero/ turista/ observador/partícipe...De todo esto nos habla la obra, cual viaje etílico comandado por una guía turística, y secundado por un turista, una prostituta, una Ella (que quiere) y un Él (que la desprecia), una extranjera (que habla en otro idioma) y un músico. Ellos son los instrumentos que van tocando las notas de esta pieza armónica, se la mire por donde se la mire, porque nada disturba.

Así, la anécdota combina una oscilación entre lo general autóctono y lo particular subjetivo de este lugar. Como un viaje que va de lo panorámico −desprendido del qué se puede hacer allí, cómo es su idiosincrasia, qué paisajes nos devuelve la ciudad portuguesa− al viaje individual –a partir de los relatos, perfiles, personalidades, deseos y frustraciones de cada personaje−. Por su parte, la escenografía, las canciones y el vestuario, junto con las siete espléndidas actuaciones completan este relato ficcional que no se regodea por lo que minuto a minuto consigue a nivel narrativo sino que −lejos de ser pretensioso− sorprende y arriesga sobre los cambios ciclotímicos que van del humor a la emoción constantemente. Y este fluir anímico se muestra como una decisión por parte de Asencio, que el público aprueba y rectifica.

Recomendaciones para el viajero: simplemente disfrutar y dejarse llevar por el viaje que se despliega cual pimpollo y desborda su enorme sensibilidad… ¡Oh, Lisboa, Lisboa, qué ganas de estar allí!

FICHA TÉCNICA

Dramaturgia y dirección: Mariela Asensio

Actúan: Raquel Ameri, Facundo Cardosi, Myriam Henne-Adda, Víctor Labra, Marina Lovece, Dolores Ocampo y Ariel Pérez de María.

http://www.alternativateatral.com/obra20097-lisboa-el-viaje-etilico

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La Parka

lunes, 13 de junio de 2011


Por Mónica Berman

Lo primero que me surge decir es ¡cómo crecieron! Ruego se me perdone ese comentario casi maternal pero es cierto. La primera vez que los vi, en 2006, en otro teatro, ya eran originales y estaban llenos de energía. Hoy mantienen ambos rasgos positivos pero han sumado una enorme cantidad de virtudes más.

Una montaña de ojos preside la escena, en un costado la horca con su respectivo ahorcado y en el otro lado, la precaria oficina de Gladiolo.

La radio será la que nos ponga al tanto de las futuras visitas porque, como puede suponerse por el título, éste es el reino de la parka (con k).

Como es un musical es preciso señalar que tanto las coreografías como las canciones son de un nivel espectacular (en su doble acepción, de calidad y de colores flúo).

Sin embargo, no se quedan atrás en el nivel de la dramaturgia y cuentan una historia bien hilvanada, con un humor negro del más puro, con salidas divertidas y originales.

Digamoslo: la muerte quiere fiesta todo el tiempo. Lejos de todo planteo solemne se encarga de engañar / burlar a los recién llegados y de parodiar todo lo parodiable del mundo de los vivos.

El espectáculo prolijísimo y lleno de energía (qué ecuación difícil) funciona de manera armoniosa en todos los aspectos, desde el vestuario, la iluminación, las trampas del espacio para hacer aparecer a los personajes en escena y como si fuera poco hasta se hace un rincón para conmover porque, señoras y señores, también viene con historia de amor.

La función que me tocó presenciar tuvo yapa: dios (Omar Calicchio) bajó al universo de la parka para aportar un poco más de humor (¿era posible?).

Agreguemos que la obra tiene fans, que es una obra de culto. Y bien merecido que lo tiene.

Eso sí, cuando uno sale, mira para todos los costados… no vaya a ser que…¿no?


Ficha técnica:

Texto: Diego Corán Oria

Dirección: Diego Corán Oria y Francisco Scarpelli

Actúan: Jessica Abouchain, Evelina Bubillo, Ezequiel Carrone, Micaela Castelotti, Federico Fernández Wagner, Juan Gentile, Ángel Hernández, Luciana Larocca, Esteban Masturini, Juan Mende, Emmanuel Robredo Ortiz, Roberto Peloni, Ana Rodríguez, Facundo Rubiño y Jennifer Trabilsi.


http://www.alternativateatral.com/obra6228-la-parka-el-musical
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El diario de Carmen

miércoles, 8 de junio de 2011



Por Ana Durán

Tal vez, cualquier vida vista de afuera sea un rompecabezas imposible de armar: retazos y fragmentos que no concuerdan, sin relación causa-efecto, ni real-irreal. Un poco de esquizofrenia cariñosa, de esa que confunde apenas los tiempos y el espacio, el sujeto emisor y el que escucha, la persona y el fantasma. Carmen necesita (y nos necesita para eso, porque somos su público) contarnos que su vida no se puede contar, o más bien que es un intento narrativo que se arma mitad en un cuaderno, mitad para nosotros, pero nunca para ella, porque los fragmentos no van a encajar.
¿Cómo esto toma cuerpo teatral? Desde la explicitación del fragmento hacia el intento de reconstrucción de un todo. Es decir, el espectador no es el testigo de cómo un discurso escénico (y con él sus personajes) se van deshilachando, sino de cómo las hilachas intentan volver a ser un tejido. En El diario de Carmen, nada es del todo lo que parece: ni los objetos ni las cosas. Inclusive se podría hasta dudar de la existencia real de uno de sus personajes (sus movimientos mecánicos, su vaivén entre el sujeto emocionalmente desarmado y el que quiere ser el sostén de la situación).
Alguna vez alguien me dijo: "Estoy cansado de que los actores produzcan actuación, ahora quiero que los actores actúen". Eso es lo que hacen de sobra Gaby Ferrero y Mauricio Minetti, en ese pequeño espacio absolutamente artificial. Ponen sus cuerpos y sus emociones para ser lo más humano que se pueda armar en un lugar inequívocamente evocado e incompleto. Y es ahí donde ocurre lo maravillosamente teatral, en los actores y su peligro, su vulnerabilidad, su necesidad de ser.

El diario de Carmen

Ficha técnica:
Texto y dirección: Luis Cano
Actuación: Gaby Ferrero y Mauricio Minetti
http://www.alternativateatral.com/obra20154-el-diario-de-carmen
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Mujer armada, hombre dormido


Por Malala González

No es la primera vez que Martín Flores Cárdenas realiza una dramaturgia a partir del universo literario de Raymond Carver. Pero en esta oportunidad nos sorprende aún más por cómo logra que su relato adquiera una forma singular y propia, más allá de cualquier hipo-texto sugerido. Algo de aquella ocasión anterior, Quienquiera que hubiera dormido en esta cama, es traspasado para completarse en esta nueva pieza; al tiempo que la estética abordada se afirma sólidamente. Veamos qué sabores y condimentos encontramos entonces en Mujer armada, hombre dormido.
Una escena inicial que nos plantea de manera delicada, sutil y brillante un plan de asesinato. A partir de allí le suceden otras tantas para lograr darle una vuelta de tuerca a esa situación primaria. En cada nueva situación se nos presenta un personaje que ha sido comentado en la escena anterior y así sucesivamente. De manera que el devenir escénico aparece primero desde lo verbal y luego adquiere forma y continuidad en lo inmediatamente representado. Un juego dramático que a medida que avanzamos en los casilleros (o escenas) va adquiriendo mayor sentido. Este sería el primer gustito rico que aparece.
Son historias de vida, de personajes, breves y mínimas. Donde cada vestuario empleado, cada modo de hablar y de moverse nos da un perfil preciso de cada personaje. Y aquí va el segundo ingrediente agradable por destacar: la actuación de Banus, López Moyano, Rodríguez y Pedersoli, quienes se encargan de dar vida a más de cuatro personajes (y no exagero, pues cada uno hace más de uno). Así, cada uno de ellos nos deja ver el propio disfrute de estar haciendo lo que hace, y en ese regocijo aparece un contagio de entusiasmo sobre la platea que contesta con risas y más de una carcajada. Las chicas del elenco se llevan la mejor parte, pues sus personajes permiten mayor claridad de definición entre sí, además de permitirles explotar y hacerse cargo de sus dotes naturales.
Tercer ingrediente óptimo: La poca escenografía/utilería, justa y necesaria para situar y contar algo más sobre estos seres. En ella aparece algo de la rareza de los muebles que Flores Cárdenas apostaba en Quienquiera…, la cual logra, además, transmitir lugar y época de cada situación. Asimismo, esta se encuentra apoyada por el vestuario impecable, la iluminación concisa y la música que embellece a cada imagen que acompaña.
Fin de la función. Salimos contentos, agradecidos, con ganas de recomendar esta pieza corta, pues, como frutilla del postre, les cuento que dura menos de una hora! Tiempo justo para ser deleitada de principio a fin.

FICHA TÉCNICA:
Dramaturgia y dirección: Martín Flores Cárdenas.
Elenco: Ximena Banus, Javier Pedersoli, Laura López Moyano y Germán Rodríguez.
http://www.alternativateatral.com/obra19756-mujer-armada-hombre-dormido
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